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Concha Pasamar Illustration

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Carmen, Cuento de Luz 2022

June 6, 2022

Ahora que llega a mis manos la edición en inglés de este libro y los ejemplares de su primera reimpresión, puede ser buen momento para compartir algo acerca de Carmen, un libro que ilustré con muchisimo placer a lo largo del verano de 2021.

Este proyecto nace de la colaboración entre la Compañía Nacional de Danza de España con la editorial Cuento de Luz, que nos convocó a Margarita del Mazo y a mí para poner palabras e imágenes a un álbum ilustrado inspirado en la coreografía de Johan Inger que la CND estrenó en 2015 (aquí, un tráiler del montaje).

Al proponerme Ana Eulate este trabajo me asaltaron dudas, esencialmente a causa del plazo de realización; sin embargo, mi familia y los amigos que me conocen bien insistieron en que debía llevarlo a cabo. La ópera de Bizet basada en la obra de Mérimée ha sonado con constancia en casa de mis padres y luego en la mía, mi hijo Íñigo tuvo la suerte de participar como integrante del coro infantil en la representación que tuvo lugar en Pamplona en 2010 (aquí), y yo misma he asistido a varios ballets y versiones de esta obra, desde la de Antonio Gades, en 1983, cuando era una adolescente. El ballet también es una de las artes que admiro, y la danza clásica o contemporánea me ha proporcionado un grandísimo disfrute, como espectadora sobre todo, pero también  en los remotos tiempos en que llegué a dar algunos pasitos.

Por todo ello fue emocionantísimo asistir en junio de 2021 al pase de Carmen previo a la representación del día 4 en Úbeda, atendiendo al espectáculo ya con la mente puesta en ese futuro álbum ilustrado que debía basarse en la coreografía de Inger y, por tanto, atender a sus motivaciones, que el coreógrafo explica en este breve vídeo.

Para entonces ya había esbozado algunos dibujos empleando diversos materiales –acrílico, lápices de color- con un trazo espontáneo y manteniéndome fiel a lo que había podido ver de este maravilloso montaje.

Primera prueba para Carmen

Mi primer acercamiento quería ser natural y libre, un poco como esa Carmen a la que iba a representar. En cuanto a los materiales, buscaba también la soltura de la pincelada en los fondos de acrílico blanco mezclado con acuarela, en el grafito aplicado con pincel y en las pocas pinturas de color que he empleado. Estas imágenes resultaron bien acogidas en la CND, y determinaron el camino que las ilustraciones iban a tomar en su acoplamiento al texto de Margarita.

Bocetos y materiales para Carmen

Ella y yo habíamos coincidido en el último curso de Marián Lario, “El quiebro en la ilustración”, que había justamente ejemplificado algunos recursos estilísticos refieriéndose a ellos como “quiebro tímido o quiebro Concha Pasamar” y “quiebro echao palante o quiebro Margarita del Mazo”. Pues hete aquí que ambas coincidíamos, asombradas, en esta nueva Carmen que nos fascinaba. Durante el proceso estuvimos en contacto constante, proponiendo, valorando, ajustando texto e imagen, disfrutando con los retos planteados por este encargo.

En lo que a mí respecta, he intentado mantenerme fiel al montaje y a las decisiones tomadas en él con respecto a la escenografía o el vestuario, y que, creo, ponen en valor el carácter universal de Carmen al diluirse lo más estereotipado y costumbrista. Hay en la Carmen de la CND una actualización en varios sentidos.

Así lo explica el escenógrafo Curt Allen:

El espacio escénico para esta nueva propuesta de Carmen se basa conceptualmente en la creación de una escenografía muy clara y limpia, definida por la sencillez y rotundidad de las formas, y por la honestidad visual de los materiales elegidos. Se busca la asociación de atmósferas mediante la reinterpretación de la novela original, evitándose cualquier tipo de estética costumbrista. Sevilla es un lugar cualquiera, la fábrica de tabacos es cualquier industria y los montes de Ronda representan un estado de ánimo al límite, que traducido al espacio se refleja como suburbios, ámbitos oscuros, escondidos o inseguros. 

La escenografía se sintetiza en 9 prismas móviles con tres caras diferentes cada uno, conducidos por los bailarines a través de la coreografía, y con los que se va articulando los diferentes espacios. Espacios limpios que no obstaculizan la lectura del discurso danzado, y que acentúan posibles lugares y posibles estados de ánimo sólo a través de la forma y del material.

Los clichés se transforman igualmente en el vestuario creado por David Delfín, bajo las consignas de Johan Inger de buscar “sobriedad, atemporalidad, contemporaneidad y un sutil acercamiento a la década de los 60 […] Su idea es crear una nueva Carmen, huyendo de los estereotipos estéticos de la obra y de la época, desdoblando y trasladando sus personajes a una especie de equivalente contemporáneo.

De esta forma, los militares se acercan a otra forma estética de poder, como podrían ser los ejecutivos. El torero, la estrella de la obra, estaría más cercana a una estrella de cine o de rock…

Este simbolismo se ve reforzado por personajes metafóricos. Los gitanos, seducidos por los encantos de las cigarreras que despiertan sus instintos animales, se transforman casi en perros. La ingenuidad, la pureza, la bondad y el misterio humano lo representa un niño, una presencia andrógina que se va oscureciendo durante el transcurso de la obra. La violencia y la frustración se traducirá en “sombras”, personajes que irán tomando más presencia y protagonismo en la segunda parte de la obra“.

 Con estos mimbres, la responsabilidad era enorme, pero, al mismo tiempo, contaba con modelos maravillosos, con los que trabajé visionando una y otra vez la representación, de donde pude tomar numerosos planos que combinar con las imágenes que el texto de Margarita del Mazo sugería a partir de la polisemia de dragón o del pájaro de la habanera.

Por otra parte, habiendo optado por la fidelidad al montaje y la posibilidad de apuntar a estas figuras del texto, consideré la posibilidad de introducir a línea, esquemáticamente, los elementos esenciales para dar las claves sobre los escenarios donde la acción transcurre: la ciudad, la fábrica o la taberna.

El resultado se presentó en la sede de la CND con motivo del Día escolar de la paz y la no violencia, el 30 de enero, y fue un placer inmenso asistir a esta lectura de la obra, a la que la compañía dio un carácter plenamente inclusivo y que puede escucharse y verse íntegramente en este ENLACE.

Como se indica en la sinopsis del libro, este

retoma los temas universales de la obra original desde la mirada inocente de un niño.

Danza y obra literaria quieren conducir a la reflexión sobre las interpretaciones y malinterpretaciones del amor, así como al rechazo de cualquier clase de violencia

 Agradezco muy sinceramente a Cuento de Luz y a la CDN la posibilidad de haber podido realizar las ilustraciones para este álbum y de disfrutar de una manera tan completa , junto con Margarita del Mazo, en todas y cada una de las etapas de su creación.



In books, ilustración manual, libro, Lij, metáfora, picture book, proceso de trabajo, work process, álbum ilustrado Tags picture book, álbum ilustrado, lápices de color, lápiz, CND, Ballet, Danza
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PEQUEÑO CUADERNO DE OTOÑO

November 11, 2020

Había en mi colegio, Notre Dame, un huerto con un pozo, una pérgola de ladrillo a la que se encaramaba una hermosa rosaleda que florecía allá por mayo, setos frondosos bajo los que se afanaban las hormigas y otros insectos, un corredor de cipreses junto al muro sobre el que alguna vez vimos un gato negro que pasó a ser personaje de algunas fantasías colectivas. Había incluso una piscina de donde rescatamos una “picaraza” en un recreo del comedor y había varios castaños de indias que reflejaban con claridad meridiana el ciclo estacional. Había también maestras con pantalones de campana y monjas ya sin toca en los setenta; había ganas de enseñar desde el afecto y con cariño, en un ambiente de familia y libertad; había profes que en su tiempo libre nos llevaban de acampada, largos paseos por los bosques del pirineo francés, constantes ocasiones para el descubrimiento.

Colegio Notre Dame (Burlada, Navarra) y algunas de nuestras maestras, años 70.

Colegio Notre Dame (Burlada, Navarra) y algunas de nuestras maestras, años 70.

Hoy, en el tiempo de los polideportivos y las pistas equipadas con canasta y porterías, queda algo del jardín y quedan, eso sí, los castaños, también presentes en el que fue hasta hace poco el colegio de mis hijos, o en la calle, frente a mis ventanas. Los primeros meses del curso estaban marcados por la caída del fruto, las guerras de pilongas, su sabor amargo -ese empeño por probarlas-, los juegos sobre los montones de hojas muertas, las lluvias y los saltos en los charcos que se formaban bajo aquellos árboles imponentes. Tras la desnudez del invierno, el regalo de su fronda y luego el de sus flores arracimadas, que las lluvias de primavera desparramarían por el suelo del patio. Y luego el verano, cuando dejábamos de saber de ellos para encontrarlos de nuevo, cargados de erizos verdes, el septiembre siguiente. No es casual que al abrir Tiempo de otoño aparezca, en sus guardas iniciales, una castaña desvistiéndose de su áspero abrigo.

Nuestra clase de cinco años, con nuestra queridísima maestra, Ángeles Atorrasagasti, 1972.

Nuestra clase de cinco años, con nuestra queridísima maestra, Ángeles Atorrasagasti, 1972.

Estaba también la vida en el pueblo, la libertad de la calle, el juego libre, la aventura de adentrarnos en paisajes nuevos, cada vez más distantes. Estaban algunos sábados de otoño, cuando mi padre nos llevaba a mi hermano y a mí hacia el norte -imagino a mi madre embarazada de mi hermana-. Recuerdo las pendientes boscosas, el silencio; no tanto si encontramos muchas setas, pero sí sus instrucciones sobre dónde mirar, el boj bajo, el bastón apartando las matas y, muy vagamente, la visita a algún caserío donde él, que abastecía de abono a tantas personas de tantos lugares, se manejaba en un ambiente conocido. Tras la humedad del bosque, una casa enorme, algo oscura, el fuego del hogar antiguo, la tarima vieja y el olor a humo… tal vez hubiera un tazón de leche.

Probablemente recordaría todo mejor si hubiera tenido un pequeño cuaderno donde registrar algo de todo aquello o de otras muchas experiencias de la infancia. Tendría luego un diario, sí, que no rellené hasta mucho más tarde, y que aún más tarde rompí. Recordaría todo aquello, como mis hijos son capaces ahora de recordar tantos detalles gracias a sus “diarios”: sencillos cuadernos en A4, sobre los que a menudo comenzaban a escribir o dibujar a regañadientes, y para los que sugerí mil temas, además de los que ellos eligieron. La envidia de esos cuadernos también tuvo que ver en mi vuelta a los lápices.

Ascenso a los Alanos, en el Pirineo oscense, en versión de Íñigo, 8 años.

Ascenso a los Alanos, en el Pirineo oscense, en versión de Íñigo, 8 años.

Digamos que mis hermanos y yo fuimos un eslabón roto en una actividad que mi madre, en cambio, había practicado, al menos durante un viaje a Austria a los 18 años. Para una chica de pueblo que apenas había variado de escenario (de Gallur, en la ribera zaragozana del Ebro, al internado en Oronoz-Mugaire, a las puertas de Baztán, y luego a la escuela de magisterio), un trayecto de tal envergadura se afrontaba entonces como el viaje de la vida. Luego me contaría anécdotas e impresiones, mientras pasábamos juntas aquellas páginas que también explicaban la presencia en casa de mis abuelos de una vieja fotografía donde sonreía repeinado y de tres cuartos un jovencito rubio, Bertl.

Del Cuaderno de Austria de mi madre, que sonríe con el vestido floreado que le cosió la suya.

Del Cuaderno de Austria de mi madre, que sonríe con el vestido floreado que le cosió la suya.

Por todo esto, cuando bookolia me sugirió la posibilidad de crear algún material descargable en torno a Tiempo de otoño, inmediatamente pensé en aquellos cuadernos de mis hijos, para los que tenía ya el hábito de sugerir, pero en los que me encantaba la libertad para realizar una actividad creativa, apenas pautada, que a veces nos llevaba de la vida al cuaderno y otras en la dirección inversa. Allí quedaron registrados la manera de plantar un rosal, algunas líneas sobre películas, conciertos o libros, la receta ilustrada de un plato favorito, algunos paseos, los viajes, y mil pequeños detalles de su vida a lo largo de varios años.

Una tarde de verano en el patio en versión de Martín, 11 años.

Una tarde de verano en el patio en versión de Martín, 11 años.

Por eso pensé en el tipo de sugerencias que hubiera hecho para mis hijos en torno a la estación y los temas que se recogen en el álbum, de manera que la lectura Tiempo de otoño también pudiera ampliarse y conducir a quienes la compartieran directamente a la observación, la sensación, la vivencia.

Y con esa intención se ha preparado este conjunto de propuestas (accesibles mediante el QR de la contracubierta) en las cuatro lenguas en que se ha publicado el libro; propuestas que se articulan en torno a algunos temas presentes en él, porque el otoño es el tiempo en que las hojas cambian su vestido, en que los animales despliegan su actividad, tiempo de paseos, época de recolección, de encender nuevamente el horno, de imaginar; también de compartir hogar.

Para cada uno de estos siete grandes temas se apuntan varias posibilidades de interior y de exterior que pueden terminar reflejadas en un pequeño diario de otoño, para el que bookolia ha maquetado con gusto este documento que ofrece en su parte final algunas fichas de las que podrán servirse quienes prefieran imprimir algunas plantillas a crear de manera más abierta en un cuaderno.

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Además, entre las numerosas actividades de estas páginas -que hago desde la experiencia personal y la intuición, sin otras pretensiones-, he preparado también una playlist que, vinculada aquí a la propuesta que invita a la imaginación, podría acompañar igualmente cualquiera de las restantes. Contiene 21 piezas que me encantan y que espero que os inviten también a conocer algo más de la obra de sus autores e intérpretes.

De todo ello, pues, podrán servirse -o no- quienes lean Tiempo de otoño.

En familia o en el aula, a partir del libro o prescindiendo de él, sería hermoso que estas sugerencias dieran pie a la observación, la curiosidad y la vivencia, que propiciaran momentos que pudieran transformarse en recuerdos a los que un día más o menos lejano agrade retornar para recuperar aquellos instantes que tuvieron su significado, no por sencillo menos valioso.













In books, libro, music, música, proceso de trabajo, work process, álbum ilustrado, picture book Tags procesos, work, decubrimiento, discovery, naturaleza, nature
Dorothy Day (1897-1980)

Dorothy Day (1897-1980)

Cinco mujeres en el siglo XX

August 7, 2020

La revista Nuestro Tiempo me invitó recientemente a ilustrar un artículo sobre algunas figuras femeninas relevantes en el siglo XX. Onésimo Díaz, autor de Mujeres protagonistas el siglo XX, había realizado una selección de cinco mujeres en representación de las muchas que hicieron que la pasada centuria sea considerada como aquella en que estas acceden de un modo más amplio a la vida pública, científica o académica.

No era la primera vez que desde la revista me contactaban para una colaboración, pero no me había sido posible hasta el momento por distintas circunstancias (fundamentalmente la falta de tiempo). En cambio, los plazos parecían suficientes en esta ocasión y yo calculaba que las vacaciones de Semana Santa y Pascua me proporcionarían algunos días tranquilos.

Decidí llevar a cabo, pues, las cinco ilustraciones que acompañarían las semblanzas que el autor trazaba sobre Edith Wharton, Dorothy Day, Katharine Graham, Jane Wilde Hawking y Svetlana Aleksiévich. En ellas quería incorporar el collage a sendos dibujos a lápiz.

El retrato me gusta, en general, y no hacía tanto había recurrido al dibujo con collage manual para una interpretación de Poeta en Nueva York que cerraba el cuaderno viajero de mi amiga Idoia Iribertegui en la exposición Cuadernos viajeros de nuestro grupo Variopintas.

Entonces había empleado una técnica mixta, aunque manual, coloreando las fotografías y otros elementos que remitían a este poemario lorquiano y al contexto en que se había creado, y que combiné con un retrato a lápiz del autor.

Poeta en Nueva York, para el cuaderno "Universo Lorca”, en el proyecto de Variopintas “Cuadernos viajeros”

Poeta en Nueva York, para el cuaderno "Universo Lorca”, en el proyecto de Variopintas “Cuadernos viajeros”

Para este ensayo, sin embargo, pensé que sería importante dotar de coherencia al conjunto de ilustraciones que habría de desplegarse a lo largo de varias páginas de la revista, de manera que decidí sumar a los retratos diferentes imágenes en blanco y negro y estilo similar.

Cuatro de los dibujos, a lápiz.

Cuatro de los dibujos, a lápiz.

En primer lugar, me documenté sobre estas mujeres, de cuya vida personal sabía poco, lo confieso, partiendo de la lectura del trabajo y de otros textos. Realicé cinco retratos a lápiz a partir de sendas fotografías.

Me costó arrancar con la ejecución e este encargo: en pleno confinamiento, leer me ayudaba más en los ratos de ocio que dibujar, pero el tiempo apremiaba y finalmente, no pude postergar más el momento del dibujo.

Paralelamente, iba pensando en qué aspectos podrían representarse: sus profesiones y actividades, tal vez algún rasgo de carácter, un detalle personal… No se trata simplemente de hacer algo bello, sino de que las imágenes comuniquen en relación con el texto, pero también por sí mismas.

Me costó empezar, digo, pero el impulso que da un plazo establecido resulta a veces un empujón necesario, porque la musa no viene, como ya sabemos, sola, y a partir de este trabajo pude retomar otros que iba también posponiendo porque siempre había algo que urgía más.

Volviendo a estas ilustraciones y a los aspectos que deseaba representar de estas mujeres extraordinarias, en el sentido más literal de la palabra, pensé en aquellos elementos que les resultaban comunes -aunque no los desarrollaré aquí-: las cinco presentan una relación con la escritura, la literatura, el saber libresco… y tirando de ese hilo vi que podría haber otras piezas compartidas, aunque formalmente diferentes: sus iniciales, una caracola, que representa esa comunicación hacia el exterior, o una flor. Para esta, unas veces he encontrado vínculo real, como en las violetas de Dorothy Day o el ramo de rosas y las hortensias de Edith Wharton, pero en otras ocasiones he sido yo quien ha asignado cierta flor o un ave (también motivo común) por su simbolismo. El resto de los elementos es más libre y está asociado a cada una de las figuras. Subyace también siempre la idea de que se trata de mujeres creativas, de vocación abierta al mundo, de las que surgen diferentes aportaciones según su estilo particular; de ahí esa sección y apertura de los rostros.

Retratos+fotocopiados+NT.jpg


En cuanto al proceso técnico, tras imprimir y recortar los retratos a lápiz, pegué las piezas y las escaneé, manteniendo el tono azulado del grafito para distinguir mejor qué partes son dibujadas por mí y cuáles son imágenes en blanco y negro que tomo prestadas -de repositorios de libre acceso- . Además de realizar las composiciones, añadí también una pincelada de color a cada imagen, un color que se expande a partir de las figuras y salpica los diferentes elementos, como reflejo de esta irradiación personal. La maquetación se ajustaría, según me dijeron, a mi propuesta, de manera que pensé que, si se viera oportuno, sería posible emplazar más de estos círculos en otros lugares de la página. Así ha sido después, con un resultado fabuloso, pues también se ha jugado con esos colores en los títulares de los distintos epígrafes y los textos destacados.

Con estas premisas, pues, compuse los retratos, acoplando los distintos elementos de cada uno de ellos. En esta fase, se trataba de ajustar los diferentes elementos entre sí y con el dibujo. El resultado completo puede verse AQUÍ, en el número 707 de Nuestro Tiempo, a cuyos responsables -y especialmente a mi interlocutora, Ana Eva Fraile, jefa de redacción de la revista- agradezco la confianza en mi trabajo y la libertad absoluta que me concedieron desde el primer momento. Y agradezco también el hecho de haberme empujado a la creación en un momento en que tal vez por mí misma no hubiera podido emprender un nuevo proyecto. En mi pequeña historia personal, muy lejana de la de estas mujeres extaordinarias, ellas quedarán asociadas a este momento extraño y complejo, tal vez crucial, de nuestra existencia.

Edith Wharton (1862-1937)

Edith Wharton (1862-1937)



In revista, work process, magazine, proceso de trabajo Tags pencil, portraiture, retrato, lápiz, collage, prensa, press
Mi mirada sobre “Belleza” (1993), en la exposición Olafur Eliasson: en la vida real, Museo Guggenheim Bilbao, 2020

Mi mirada sobre “Belleza” (1993), en la exposición Olafur Eliasson: en la vida real, Museo Guggenheim Bilbao, 2020

"Otras miradas/ Other views" sobre "Olafur Eliasson: en la vida real", en el Museo Guggenheim Bilbao

July 26, 2020

[ENGLISH version below]

Tras su paso por la Tate Modern, la espectacular Olafur Eliasson: en la vida real había llegado al Museo Guggenheim de Bilbao antes de que estallara la pandemia como tal. Comisariada por Mark Godfrey y Lucía Agirre, la exposición constituye un recorrido por la obra del artista danés/islandés entre 1990 y el momento actual a través de una treintena de sus piezas de muy diferente naturaleza, aunque con un punto común: el hecho de que sitúan al espectador en el núcleo de la obra de arte.

Olafur Eliasson se interesa por la percepción del mundo y nos conduce a través de sus trabajos a un cuestionamiento de la experiencia sobre aquello que nos rodea; también a algo muy necesario en nuestros días: la aceptación de la variabilidad en la percepción humana, que de lo sensorial podemos extrapolar a lo abstracto. Surgen de su estudio en Berlín infinidad de propuestas que se materializan de muy diversas maneras. Desde obras de ingeniería a lámparas solares, todas tienen al ser humano como centro, no en el sentido de la representación sino de la recepción.

Tras la reapertura de la exposición, los responsables del museo plantearon un “reto” a ocho ilustradores: plasmar nuestra mirada personal sobre una de las piezas o instalaciones de En la vida real, y he tenido el privilegio de formar parte de este pequeño grupo de compañeros seleccionados a través del catálogo de la APIE / Euskal Irudigileak. Acompaño a Ane Pikaza, Leyre Urbeltz, Alberto Muriel, Higi Vandis, Yolanda Mosquera, Myriam Cameros y Janire Orduna en esta iniciativa denominada Otras miradas.

La visita guiada por las diferentes salas de la exposición, a cargo de Lucía Agirre, fue un verdadero lujo y nos permitió el contacto -en sentido literal- con las obras, entre las cuales debíamos escoger una para plasmar nuestra propia visión.

Elegí, sin competencia -la distribución resultó sencilla-, “Belleza”, una instalación de dimensiones variables concebida en 1993, que asépticamente podría describirse por sus componentes: foco, agua, boquillas, madera, manguera, bomba, pero que también podríamos definir, desde la percepción, como un paradójico arcoíris nocturno. La obra, pues, me resultó especialmente sugerente porque no solo ofrece una dimensión sensorial rica -visual, sonora y táctil- y por ello muy lúdica, sino que presenta también, a mi modo de ver, una carga simbólica especial: permite, en medio de una gran sala donde domina la oscuridad, el viaje al interior de un arcoíris.

Este se consigue, efectivamente, gracias a la fina neblina emitida por una serie de conductos instalados en el techo, sobre la que se proyecta la luz de un foco. La cortina de agua varía en intensidad, y también lo hace, dependiendo de la posición y la mirada del espectador, la percepción del color. En fin, probablemente poco importe esto demasiado a los visitantes más jóvenes, o a quienes por su manera de ser y experimentar lo que les rodea estén más atentos, como yo, al efecto que al mecanismo. Para mí la experiencia se centra en esa posibilidad asombrosa de escuchar, ver e incluso mojarse en un imposible: un arcoíris en medio de la oscuridad.

¿No es verdaderamente una belleza?

Lucía Agirre explica la obra desde la obra misma en este vídeo (minuto 0:45, aunque lo interesante es también el contraste con la sala anterior):

Mi primera intuición tras la visita fue la que se plasma finalmente en el resultado: una experiencia infantil de ese arcoíris mediante la técnica del estarcido. Sin embargo, alguien comentó justamente la posibilidad de realizar ese mismo motivo, de manera que decidí imtentar algo más conceptual con lo que no terminaba de identificarme -por eso no lo muestro aquí- ;), pese a reunir algunas condiciones personales.
En fin, con este intento en la recámara, me propuse probar con mi primera intuición empleando el estarcido, una técnica que aprendí con la maravillosa Julia Wauters en su taller de Vilustrado 2018 (Valladolid Ilustrado), donde experimentamos con dos posibilidades para la cubierta de un libro.

La vida es muy curiosa, y recuerdo perfectamente que disfruté muchísimo mientras pensaba que probablemente nunca volvería a emplear una técnica que no podía llevarme al sofá (uno de mis lugares preferidos para dibujar). Pues bien, dos años después es una de mis favoritas, y la he utilizado ya en distintos trabajos: un calendario, algunos artículos sobre juegos infantiles de mi amigo David Mariezkurrena y una colaboración en un artículo fantástico de Inés Puig sobre Petr Ginz en la Revista La leche. De hecho, ahora mismo estoy trabajando en dos libros con esta misma técnica, que me permite un altísimo grado de abstracción del que no soy capaz en otros casos.

Ofrezco aquí algunas fotos de las fases de este proceso.

Tras el dibujo en un papel corriente, un folleto o unas instrucciones de montaje (que también han servido alguna vez ;) ), se recorta la pieza.

Silueta.jpg

Aunque en otras ocasiones aplico la tinta en el interior de la silueta, en este caso, importaba que el fondo fuera oscuro, de manera que lo hice a la inversa. Alrededor de las siluetas recortadas fui rellenando el espacio de la página con golpecitos de la brocha bien cargada de tinta, incidiendo con brochas más estrechas para reproducir las formas del agua. A continuación, fui dando sombras a las figuras, para lo que voy recortando sus diferentes partes o empleando otras piezas de papel para cubrir aquello que debe permanecer más claro e insistir en los diferentes sombreados.

Por ejemplo, para oscurecer el vestido sobre otros elementos, habría que cubrir estos (yo lo hago pegándolos al papel con piecitas de cinta de carrocero o sujetando bien con la mano que no emplea la brocha). Lo que queda tras el proceso es un despiece de las figuras. Si uno se siente algo inseguro con el resultado, pero satisfecho con las siluetas, se podrían fotocopiar los dibujos para contar con más ocasiones de prueba (yo soy, en general, bastante kamikaze y suelo lanzarme, pero tal vez no sea lo más aconsejable).

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Y, después de todo, la primera prueba resultó útil en más de un sentido, y es que en ella había dibujado con lápices de colores la cascada de arcoíris, con lo que, finalmente, pude incorporarla al montaje digital.

Para mí ha sido un placer retomar tinta y brochas para plasmar mi versión de “Belleza”, este arcoíris sensorial donde cualquiera puede disfrutar imaginando lo imposible, como el surgir de una bandada de pájaros, pero otros lo harán observando la naturaleza misma de la instalación. Es una de las muchas virtudes de esta exposición fantástica: que puede disfrutarse solo o en compañía, también en familia, para compartir después miradas y sensaciones sobre las piezas que conforman “Olafur Eliasson: en la vida real”, que bien vale una nueva visita a Bilbao.

Vaya mi agradecimiento al Museo Guggenheim por la propuesta y a la APIE por su mediación y gestión en este proyecto que, realizado en un plazo breve, no ha podido estar en mejores manos.

Y cierro ya con un enlace a la nota difundida a partir de la rueda de prensa del 23 de julio en el mismo museo, donde volvimos a reunirnos para compartir los resultados de nuestras miradas sobre las diferentes obras de la exposición, que conforman este interesante y diverso mosaico:

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OTHER VIEWS ON “OLAFUR ELIASSON: IN REAL LIFE”, AT THE BILBAO GUGGENHEIM MUSEUM

My own view on Beauty 1993

My own view on Beauty 1993

Afer its exhibition at the Tate Modern, the stunning Olafur Eliasson: in real life was installed at the Bilbao Guggenheim Museum before the covid-19 crisis.

Curated by Mark Godfrey (Tate) and Lucía Agirre (Guggenheim), the exhibition is a true journey across the Danish/Icelandic artist’s works between 1990 and the current time, bringing together over 30 pieces ot different nature; all of them place the visitor at the heart of the piece of art.

Olafur Eliasson puts perception and experience at the center of his work, and leads to personal questionning  of  our experience about the world that surrounds us, and thereby to acceptation of variabiliy in human perception and thinking, something so necessary nowadays. From his sudio in Berlin he offers different proposals that come to life in different ways: from enginnering works such as a bridge, to solar lamps: all of them put the human being at the center, not as representation, but mainly as recipient or adressee.

After the exhibition reopening, the Museum challenged eight illustrators to reflect our own personal view on one of the pieces of In real life, and I’m honored to be one of the chosen artists which were selected from the APIE (Basque Illustrators Association) catalog. I’m in this initiative, called Other Views along with Ane Pikaza, Leyre Urbeltz, Alberto Muriel, Higi Vandis, Yolanda Mosquera, Myriam Cameros y Janire Orduna.

The Bilbao curator, Lucía Agirre guided us on a tour of the exhibition; this was a true luxury and allowed us the contact (literally) with the different works among which we had to choose one.

I selected with no competition -I must say the disfribution was easy- Beauty, 1993, a work that could be aseptically be described as an installation of fresnel lamp, water, nozzles, hose, wood and pump, the elements that compose it, but that could also be defined as a paradoxical nocturnal rainbow. I found the work suggesting not only because of the rich experimental dimension it offers (involving sight, ear and touch): it also provides a playful experience as well as an special symbolic load as it allows the visitor a trip “inside a rainbow”.

This is possible thanks to a a curtain of fine mist spread from the ceiling of a darkened space that receives light from a spotlight that shines thorugh the water droplets, making a rainbow visible from different spots, depending on the position and look of the viewer. Anyway, this might not be very important for children visiting the room, or for people like me, that are more interested by the impression or the effect than by the means of getting this result. In my case, the true experience is this amazing possibility of listening to, looking at or even getting wet by something impossible: a rainbow in the darkness.

Isn’t it a true beauty?

My first intuition after the visit was doing something like the work I finally did: a childhood experience, but someone mentioned it , so I thougt I should try something different and more conceptual, but I could’t really identify myself with the result -that’s why I’m not showing it ;)-, so, having that first attempt ready, I tryed my first intuition using stencil, a technique I learnt from the great Julia Wauters at her wokshop in Vilustrado 2018 (Valladolid Ilustrado); on that occasion we created two differents covers for the same book.

Life is strange and I remember myself thinking I would never use that enjoyable process again (I find it really relaxing), simply because it wouldn’t suit my couch (I love drawing on the couch). Well, two years after that workshop I’ve already used stencil in two projects: a calendar commission and a collaboration for the magazine La leche, illustrating an article of Inés Puig on Petr Ginz. In fact, I’m working right now on two books with stencil, a technique that allows me a different degree or abstraction that I can’t reach with pencil or other means.

I show here some pictures of the different phases of this process.

First, I draw on any kind of paper and then cut the silhouette.

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Although on some occasions I apply ink inside the shapes, in this case I needed a dark background, so I did the process the other way around: I applied ink around the characters and then different layers of shadow inside them, covering the parts I want to keep lighter. I used different brushes to get light differences and represent texture nuances.

What remains at the end of this process are different small pieces of the original shapes. If one feels a bit insecure about the technique, I would advice making photocopies, but I’m quite a kamikaze: I tend to concentrate and usually forget about taking precautions.

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And after all, that first attempt was also useful, because I used the colorpencil drawing of the rainbow curtain I had made, and I digitally assembled both layers.

It was a great pleasure to use ink and stencil brushes to depict my own vision of Beauty, this sensorial rainbow where anyone can enjoy imagining what seems impossible, as a flock of birds emerging from the intersection between light and darkness. Others might also enjoy attending at the mechanism of the installation and experiencing their own perception. This is one of the main virtues of this great exhibition that anyone can enjoy alone, but specially sharing experiences and views with friends and family. Olafur Eliasson: in real life deserves a new visit to Bilbao. 

I’m really thankful to the Guggenheim Museum for this invitation and to Euskal Irudigileak-APIE for their support in this project. I really enjoyed every step of the process, and love the great and diverse results of my colleagues:

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In challenge, proceso de trabajo, reto, work process Tags ink, tinta, estarcido, pochoir, stencil, mixed media, técnica mixta
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The Intimacy of Strangers, CRACKLEBOX (2019)

December 18, 2019

Llegué a saludar personalmente a Diego Caro hace unos diez o doce años, en el campus, cuando él acompañaba a una alumna mía de por aquel entonces, pero llevábamos tiempo ya reuniéndonos virtualmente, junto con otros asiduos, en La idea del Norte, el blog de nuestro amigo común Mariano Jiménez, que nos surtía a través de la pantalla de recomendaciones literarias, musicales, cinematográficas y también (y sobre todo) de apuntes personales en aquella maravillosa sección de “Asuntos propios”. En 2009 -acabo de comprobarlo-, curiosamente, Diego diseñaba la cubierta y yo firmaba el prólogo del segundo volumen en papel de aquella bitácora personal. Ahora me ha tocado a mí poner la imagen a la carátula del disco del que él ha compuesto gran parte de la música y la letra. Vueltas y revueltas de la vida.

Pues bien, la Idea echó un día el cierre, pero el contacto con este arquitecto que realiza su tesis doctoral en Hong Kong, donde da clases en la universidad, ha seguido a través de las redes sociales (también tiene un blog al que merece la pena asomarse). Él encauza una parte de su creatividad en Cracklebox, una banda internacional de pop-rock melódico de Hong Kong en la que han confluido dos ingleses, un estadounidense, un francés y un español -sí, suena un poco a chiste clásico ;)-. De este modo se describen en la página de Sobering Reflections, el trabajo que lanzaron con tres primeros temas -ahora contenidos en el nuevo álbum-en agosto de 2018:

Cracklebox brings together the musical talents of four countries to create an energetic and pulsing sonic palette that sweeps from a classic rock sound to melodic pop, delivering a blend of music and mirth as seamlessly as two sides of a circle.

En aquel verano me resultó imposible colaborar con este lanzamiento en un videoclip del grupo, pero a principios de este pasado octubre me llegó esta propuesta a la que no me pude resistir. Y esto por dos motivos.

En primer lugar, porque me gusta la música que hace Cracklebox, que me trae ecos de ese mismo género en las últimas décadas del XX (entre las muchas músicas que me han gustado están grupos como Crowded House o Keane, por mencionar un par a cuyo sonido me recuerdan, sobre todo por la parte vocal). Ellos mismos confiesan, sin embargo, otras influencias que se perciben también, creo: Red Hot Chilli Peppers, Incubus, Coldplay, Pink Floyd, Oasis, the National... En realidad, cada cual bebe de sus propias fuentes, y el resultado puede juzgarse en temas como este Fall with you, uno de mis favoritos:

Sí, Cracklebox suena muy bien.

Pero, además, la petición venía ya acompañada de una idea que me vi capaz de representar. No siempre sucede así, y creo que hay que considerar los retos, pero también conocer los propios límites. La idea en cuestión consistía en dos sujetos enfrentados y “neutros”, desde cuyas cabezas se proyectarían diferentes elementos, y con diferentes me refiero también a dispares entre sí y contrastados con respecto de las figuras. El título del álbum iba a ser The Intimacy of Strangers, y se me concedía libertad para usar dibujo o collage, o ambos. De los correos electrónicos cruzados y de los temas que ya había escuchado se desprendía cierta idea del “ruido vital” que puede producir una urbe como Hong Kong y yo creí también percibir una sensación de cambio personal, de transición hacia la madurez, y de crisis (coincidía, también, nuestra conversación en diferido con la agitación de las protestas, la represión y los enfrentamientos de finales de octubre y principios de noviembre).

Contaba con poco tiempo -coincidía la propuesta con otras que no iba a poder atender-, pero se trataba de hacer una única imagen, pues el álbum iría en formato digital, y quedamos en que del resto de ajustes (fijar el texto definitivo u otros detalles) podría ocuparse Diego.

Vi enseguida la posibilidad de reflejar esa neutralidad de las figuras mediante la grisura del lápiz, de manera que dibujé dos perfiles contrapuestos algo andróginos y sin adornos, basados en alguna fotografía para mantener cierto realismo en las sombras, esencialmente, pero con una interpretación muy libre y “rapando” el pelo a los protagonistas. Esta fase fue trabajo de sofá un jueves por la noche, para intentar aprovechar el fin de semana, que era de tres días, coincidiendo con el festivo del primero de noviembre.

Conseguí, además, controlar el impulso de recortar los originales (frenar esos impulsos me cuesta bastante si estoy muy concentrada en la tarea de crear algo, ay), así que los escaneé para poder hacer pruebas -aunque finalmente salió con la primera ;)-.

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Quedaba, pues, recortar las cabezas, rebuscar entre las revistas (normalmente no tengo muchas, pero había reunido unas cuantas, además de algunos folletos de viajes) y comenzar a jugar.

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Mientras, iban llegando más temas, que hablaban de asuntos variados: hay amor en Eve, las adicciones están en el fondo de Malevolent Shadow, la paternidad en Talking to myself, el paso del tiempo en Find our way o un terrible suceso acontecido en el metro de HK -un hombre se prendió fuego en un vagón- en Risk Factor. La idea era reflejar también esa heterogeneidad en la metáfora visual: la mente como continente y propagador de ideas, vivencias, sentimientos, obsesiones.

Diego me había manifestado su interés en conservar el trabajo original, por eso realicé un collage manual, algo que complicaba algo la tarea en el sentido de que debería encontrar elementos que más o menos guardaran las proporciones que imaginaba para ellos en relación con los individuos. Me hice con recortes diferentes e hice distintas pruebas que fotografié para poder mostrarlos antes de encolar. Me pareció que la solución de los bustos mediante relieves que produjeran un efecto de insularidad se ajustaba también al concepto.

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Aunque probé también otras disposiciones o ideas, que cristalizaron, entre otras, en esta imagen (que terminó finalmente en el reciente catálogo de Euskal Irudigileak, por cierto). Se la mostré también a Diego, junto con otras cuantas pruebas, pero como un producto más del juego, sin vínculo con el trabajo:

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Los resultados fueron muy bien acogidos y, tras verlo con el resto de la banda, finalmente también esta última imagen aportó algo, pues decidimos que podría ser interesante usar un fondo en acuarela pero yendo más a azules, y también que la comunicación que se desprendía del gesto de las cabezas en la propuesta verde podía resultar interesante, así como añadir más elementos presentes o aludidos en las canciones y establecer también una conexión entre los de ambos individuos. Preferí, por si era necesario hacer cambios, manchar el fondo por separado y colocarlo después con Photoshop, y propuse una última prueba:

(Está claro que no valgo para fotógrafa de IG :P)

(Está claro que no valgo para fotógrafa de IG :P)

Quedaba por afinar si se añadían nuevos elementos y, sobre, todo, la disposición del texto. Aporto aquí una de mis propuestas finales (fueron unas cuantas), con el nombre del grupo disperso entre el totum revolutum superior, que logré enviar el martes después del puente, según una idea de disposición del título del propio Diego. Con eso quedaba lista la parte del trabajo a la que me podía comprometer por entonces.

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El cierre de la universidad por los disturbios de principios de noviembre en Hong Kong proporcionó algo de tiempo al grupo para revisar esos aspectos pendientes, y me presentaron con muchísimo respeto una versión que incorporaba digitalmente nuevos elementos con sentido para la banda, indicando que podía permanecer la anterior versión si no me parecía bien la nueva. Yo entiendo, sin embargo, que esa incorporación forma parte del proceso de negociación del resultado y que, de haber concebido el trabajo desde un primer momento como digital y haberse prolongado en el tiempo, podría haber dado cabida a cualquier elemento y en cualquier tamaño o color. En fin, que si las piezas nuevas presentaban un sentido para el grupo, no había ningún problema en incluirlas, porque, además, no había distorsión de mi propuesta, sino enriquecimiento. Finalmente, se decidió también una tipografía y disposición más clásica, probablemente también más clara, aunque personalmente me gustaba esa idea de dispersar las cuatro palabras del título y realizar una lectura global, no lineal.

Y la imagen que abre esta entrada es el resultado final, que puede verse en las plataformas a las que iba destinado. Pero, sobre todo, merece mucho la pena escuchar The Intimacy of Strangers (especialmente para aquellos a quienes nos pilla un poco lejos Hong Kong, donde el grupo actúa en diferentes escenarios y ocasiones). El disco está disponible a un clic en : Spotify, Apple Music, Bandcamp y SoundCloud.

Para mí ha sido un placer formar modestamente parte de este proyecto con el que he disfrutado tanto por partida doble: escuchando la música de Cracklebox mientras me concentraba en la parte lúdica que entrañaba el proceso de dibujar, recortar y componer esta imagen. Es verdaderamente una gran suerte que la vida proporcione estas ocasiones para poder seguir jugando.



In collage, digital, music, música, proceso de trabajo, work process, artcover Tags pencil, lápiz, dibujo, Cracklebox
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La cometa de los sueños (Cuento de Luz, 2019)

November 1, 2019

No hace mucho que se ha publicado La cometa de los sueños , editado en español e inglés por la editorial Cuento de Luz, donde he tenido el placer de acompañar con mis ilustraciones los textos escritos por PIlar López Ávila y Paula Merlán.

El trayecto que nos ha llevado hasta la culminación de este trabajo se inició cuando en septiembre de 2018 recibí, un día después de mi cumpleaños, como un regalo ligeramente tardío, un correo de Pilar. Allí me explicaba que estaba escribiendo a cuatro manos con Paula Merlán unos breves relatos que trataban “de reflejar la realidad de muchos niños y niñas de todo el mundo que tienen sueños y esperanzas aun viviendo con dificultades; niños que no pueden ir a la escuela, que tienen que trabajar a pesar de su corta edad, que sufren violencia en las calles, hambre, abandono o falta de atención, pobreza… “. Y continuaba con su idea de que, en el libro, los sueños adoptaran “la forma de una cometa, que es diferente según el lugar del mundo y el sueño de cada niño o niña”. Me proponían realizar un par de ilustraciones para este proyecto solidario que querían presentar a Ana Eulate.

He de decir que tanto la idea como los textos me gustaron: ambas autoras mostraban con realismo y sencillez, pero a la vez con lirismo, las diferentes situaciones y los sueños que habían ideado para sus protagonistas, evitando las soluciones fáciles o los lugares comunes, y dejando al lector la tarea de extraer sus propias conclusiones.

Mi problema, cómo no, era el tiempo, pero realicé las ilustraciones correspondientes a los sueños de Amàlia, una niña portuguesa, y a Mohesiwä, un niño de la tribu yanomami de la selva amazónica.

Primer dibujo para la primera ilustración del libro. Amàlia sueña en una playa de Portugal.

Primer dibujo para la primera ilustración del libro. Amàlia sueña en una playa de Portugal.

Dibujé a lápiz, pensando en colorear con Photoshop, pero me di pronto cuenta de que eso supondría pasar nuevas horas eternas frente al ordenador, algo que ya me corresponde suficientemente en el trabajo, así que decidí probar con la acuarela, que retoqué con rotuladores y lápices de colores.

Las técnicas rápidas al agua me gustan. Me recuerdan a la época, entre los 13 y 15 años, en que recurría a la acuarela con frecuencia, imagino que por la misma razón por la que lo sigo haciendo hoy: por la posibilidad de asomarme a los resultados casi inmediatamente, y por el punto imprevisible del agua. Hacer este libro me ha recordado a aquel tiempo.

Por otra parte, en cuanto a qué representar, había varias opciones: plasmar los sueños de los niños, podía intentarse también una combinación de sueño y realidad… Pero finalmente, pensé que esto tal vez sobrecargaría las dobles páginas, y en caso de optar, me pareció que tenía mayor interés el dar a conocer las diferentes realidades de los protagonistas, que, levemente descritas -más bien nombradas- en los textos, constituían el germen de aquellos sueños y aquello que precisamente queríamos dar a conocer. Cada niña o cada niño de estos breves relatos ve conformados sus deseos por su entorno y sus circunstancias. Intentaría, pues, situar a las personas en su realidad, que da la clave para la medida de sus deseos.

Desde un punto de vista formal, pensé que algunas ilustraciones podrían ir a doble página, pero que otras ocuparían únicamente la página impar, aunque invadiendo con algunos de sus elementos el blanco de la par, y así dispuse la imagen para los sueños de estos niños de Portugal y la Amazonia. Lo explicaba entonces en un correo: “se trataría, puesto que no hay secuencias narrativas, de jugar con diferentes planos, composiciones y escenarios en los distintos textos. No se ha pensado en una paleta uniforme para todo el libro, sino precisamente en reflejar la diversidad también a través del color, y que sea el motivo de la cometa el nexo de unión; pero cabría pensar en ello…”.

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Envié ambas ilustraciones terminadas sin demasiada convicción; pensaba que probablemente la editorial aceptaría el proyecto sugiriendo que lo ilustrara otra persona, lo cual me parecería perfecto, pues tal vez buscaran algo menos “realista” o menos “tradicional”, y así se lo comenté a Paula y Pilar. Por eso me sorprendió la respuesta casi inmediata de Ana, de Cuento de Luz, a quien entusiasmaba no solo el texto, sino también las ilustraciones, de manera que fijamos el final del verano de 2019 como fecha límite para la entrega.

Realicé entonces un storyboard teniendo en cuenta la diversidad de planos, y también esa alternancia que me había propuesto entre ilustraciones dobles y de página impar. (He de decir que mis storyboards no son precisamente muy elaborados, pero suelen mostrar lo esencial, y las modificaciones, aunque las haya, no constituyen cambios drásticos…).

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E inmediatamente me puse a la tarea de documentación y dibujo. En cuanto a lo segundo, quería evitar cambios en el trazo, por lo que decidí terminar lo antes posible las catorce ilustraciones restantes. Y en lo que respecta a lo primero, sabía que requeriría mucho trabajo, pues de bastantes de los escenarios carecía incluso de imagen estereotipada y, en cualquier caso, no deseaba quedarme anclada únicamente en lo arquetípico. Así pues, indagué en las personas -con su indumentaria-, los quince escenarios y circunstancias, urbanos y naturales -con su flora y fauna-, y en sus respectivos elementos. Cada uno de los protagonistas de estos relatos se basa, pues, en muchas niñas y niños reales, pero ninguno responde claramente a una única referencia; algo parecido sucede con los entornos.

Detalle de la ilustración correspondiente a Angola.

Detalle de la ilustración correspondiente a Angola.

Como suele pasarme, el trabajo progresó en función de mi tiempo libre y, sobre todo, de mis vacaciones, pero a finales de marzo contaba ya con los dibujos de todas las ilustraciones del interior, y fue en las vacaciones de Semana Santa, tardías este 2019, cuando comencé a aplicar el color. Con tal diversidad de tipos y lugares resultaba complicado encontrar una paleta uniforme, y eso me inquietaba bastante en cuanto al resultado final, de manera que, para dotar de mayor coherencia cromática al conjunto pensé en conectar las diferentes imágenes a través de algunos tonos.

Por ejemplo, la cometa azul tras los niños de Manila (que no se ve en la fotografía de abajo) y el azul de los cuencos conectan con un azul de la imagen que los precede, y los colores de sus ropas (malvas y naranjas) se integran en el paisaje de Cable Beach, Australia, en el pantalón y la cometa de Jake, y así sucesivamente. En cualquier caso, este es, sin duda, mi trabajo más colorido.

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Tras aplicar la acuarela en un papel no muy apropiado -la idea inicial era Photoshop-, lo confieso (y nunca más me volverá a suceder), volvía a otros materiales: nuevamente grafito, pero también rotuladores finos en algunos casos, y lápices de color -acuarelables o no- , un poco al buen tuntún, según a mi juicio lo iba pidiendo la ilustración.

Proceso para la ilustración del sueño de Xia, en China.

Proceso para la ilustración del sueño de Xia, en China.

Una vez escaneadas las imágenes, inevitablemente tocaba volver al odiado (y amado) Photoshop, para los últimos ajustes: la fase más aborrecible, porque al final de un proyecto nos va ganando la impaciencia. Sin embargo, he de decir que, con las ilustraciones terminadas, no tuve que dedicarle tanto tiempo a estos procesos que cuestan pero mejoran el trabajo manual, con el que tanto he disfrutado en este libro por esa vuelta a modos de hacer que sentía muy lejanos. De hecho, necesitó menos de lo previsto, de manera que pude entregar algo antes de la fecha acordada, lo que ha adelantado también la salida de este libro.

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Indicaba al comienzo del post que desde el inicio el proyecto nacía con la voluntad de contribuir a que los sueños que albergan muchas niñas y niños en diferentes lugares de nuestro planeta pudieran hacerse realidad. Esto es algo que no hemos perdido de vista a lo largo de todo el proceso y que ha tenido un efecto claro en el modo en que he abordado estas historias, pues constantemente tenía la sensación de que la existencia de los protagonistas era concreta y real fuera del papel. Obviamente, no es así en sentido estricto, pero de alguna manera sí lo es: yo sé que Eliasen, Juana, Adilson o Lis existen con otros rostros, pero con las mismas o similares aspiraciones.

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Con el objetivo de que muchos de estos sueños resulten alcanzables, la mitad de los beneficios que corresponden a las tres autoras se destinará a los proyectos que la ONG Agua de Coco desarrolla en favor de la infancia en distintos lugares del mundo, entre ellos, Madagascar, el escenario de una de nuestras historias. También Cuento de Luz realizará generosamente una edición no venal en malgache, lengua nacional de ese país -que comparte oficialidad con el francés-. Es una alegría especial pensar que nuestro trabajo pueda ser leído directamente desde allí por niños como Anja y Tovo, en quienes he puesto tanto afecto que casi han cobrado vida propia.

De hecho, por una vez recordé documentar el proceso, y fue justamente en su caso, de manera que puede seguirse aquí en varios momentos:

Anja y Tovo (Madagascar) a lápiz

Anja y Tovo (Madagascar) a lápiz

Anja y Tovo (Madagascar), proceso de acuarela

Anja y Tovo (Madagascar), proceso de acuarela

Anja y Tovo, acuarela y lápices de color

Anja y Tovo, acuarela y lápices de color

Anja y Tovo (Madagascar), ilustración definitiva

Anja y Tovo (Madagascar), ilustración definitiva

Han sido ya muchas las alegrías vividas en la gestación de este libro; muchos los buenos momentos y las risas que, sin conocernos personalmente, hemos compartido ilustradora y autoras -ellas sí se conocían ya-. Les agradezco su apoyo y su entusiasmo, lo mismo a que a Ana Eulate, a quien también debo agradecer la libertad y la confianza que me ha concedido en estos meses. Solo nos queda esperar que La cometa de los sueños traiga también alegrías a los lectores y permita un mayor conocimiento y comprensión del otro, de muchos otros. Pero además, esperamos que sean también muchos los niños que puedan sujetarse al hilo de esta cometa y volar un poquito más cerca de sus sueños, que a menudo simplemente consisten en alcanzar lo que se entienden como derechos de la infancia: un cobijo digno, alimento, educación, respeto, protección y afecto.

………………………………………………………..

[Cuento de luz publica La cometa de los sueños en papel piedra -sin celulosa, agua ni cloro en el proceso- también en inglés (The kite of dreams) y en malgache, para hacer volar los deseos de los protagonistas y los lectores mucho más lejos].

In books, libro, proceso de trabajo Tags picture book, álbum ilustrado, watercolor, children illustration, childhood
Ilustración para “Para nada más”, de Mar Benegas.

Ilustración para “Para nada más”, de Mar Benegas.

9 Lunas (poemas para esperarte), Litera Libros, 2019

April 29, 2019

Recientemente ha visto a la luz este precioso poemario –cancionero de nanas, en realidad- de Mar Benegas que Litera Libros ha editado con Ibán Ramón a la dirección artística. Creo que estos datos bastan para hacerse una idea del lujo que para mí ha supuesto encargarme de representar estos meses de espera dilatada, de sueños, rarezas, alegrías y temores que supone un embarazo.

Diseño y fotografía de Ibán Ramón.

Diseño y fotografía de Ibán Ramón.

Juan Romero, a los mandos de la edición, tenía claro que deseaba un libro especial, y considero que ha conseguido llevar ese deseo a buen puerto a lo largo de este año completo de travesía. En mi opinión, el resultado mantiene un equilibrio entre la tradición y la innovación, en la medida en que es reconocible en él un formato clásico en el libro de poesía a la par que incorpora con acierto algunos elementos que son marca de la casa Litera y otros que se corresponden con la naturaleza del contenido: en un libro pensado esencial pero no exclusivamente como un acompañamiento del embarazo, casi todo responde a la idea de dilatación del tiempo que quien ha vivido esta espera conoce bien. El libro refleja así la expansión de los meses, de los días y de las horas al espaciarse en él poemas e imágenes, también vacíos. Pero en él hay mucho más.

Poemas de Mar Benegas. Fotografía de Ibán Ramón.

Poemas de Mar Benegas. Fotografía de Ibán Ramón.

La lectura de los poemas de Mar me emocionó. Ese primer acercamiento lo realicé como pura receptora del texto, evitando conscientemente poner la mirada en el papel que me correspondería representar luego. Ilustrar poesía es un regalo, pero supone tomar determinaciones acerca de cómo va a abordarse la tarea en cada caso. Entraña, desde luego, un reto: el de coreografiar un baile de imágenes con imágenes, y se ha de decidir el grado de literalidad, de cercanía o, al contrario, de desarrollo de ideas nuevas que tal vez no estén en los poemas, pero que estos han podido sugerir. Y quise, en primer lugar, dejar que la palabra sugiriera a mi yo lector.

No me corresponde a mí –ni me siento capaz de ello- dar una explicación crítica de estas nanas: ya he dicho que su lectura me conmovió por la forma y por el fondo, por las sensaciones y recuerdos que despertaron. Si emoción y belleza son precisamente aquello que esperamos esencialmente de la poesía, estas nanas las encierran y las convocan.

Ilustración para “Tiempo”, de Mar Benegas.

Ilustración para “Tiempo”, de Mar Benegas.

En cuanto a la ilustración, he intentado acompañar la lectura con una herramienta sencilla que probablemente sea mi favorita, el lápiz, y apenas algo de color. Unas veces me he situado más cerca del texto -la lectura dará cuenta de esos casos-, en general, interpretando un elemento de entre los mencionados o creados en los poemas.

Ilustración para “Deseo”, de Mar Benegas.

Ilustración para “Deseo”, de Mar Benegas.

En otras ocasiones, he buscado aportar algo a mi manera acerca de este lento discurrir del tiempo en el que el corazón oscila entre la atención extrema a lo más internamente sensorial, de un lado, y la ilusión que se proyecta, de otro, hacia todas las dimensiones posibles de un futuro compartido.

Ilustración para “Canción para saber dónde”, de Mar Benegas.

Ilustración para “Canción para saber dónde”, de Mar Benegas.

Las ilustraciones siempre surgen, en cualquier caso, de los poemas: de una imagen o de una sensación, aunque las haya en ocasiones vinculado directamente con mis propias experiencias y alejado a primera vista así del texto. Sin ir más lejos, las abundantes referencias a la costura entroncan con algunas menciones de los poemas, pero son, en su profusión, reflejo personal de esta actividad que, en mi caso, realicé casi exclusivamente durante el tiempo del embarazo, cuando también recuperé, por ejemplo, para la cuna de mis hijos un antiguo sonajero de plata que a su vez mi madre había recibido en su propia espera. En mi caso, y creo que en general, el embarazo es una experiencia radical, a veces ni perfecta ni totalmente gozosa; por eso he disfrutado y a veces he sufrido también -pero los obstáculos incluyen igualmente cierto gozo de la exigencia- en la búsqueda y el camino que entrañaba este trabajo.

Ilustración para “Canción para saber cómo”, de Mar Benegas.

Ilustración para “Canción para saber cómo”, de Mar Benegas.

Solo resta esperar que este libro acompañe muchas esperas, evoque los mejores recuerdos o sencillamente traiga hermosas lecturas a quien desee desplegar su blanco envoltorio.

Diseño y fotografía de Ibán Ramón.

Diseño y fotografía de Ibán Ramón.


In books, libro, metáfora, proceso de trabajo Tags poesía, poetry, lullaby, nana, lápiz, pencil
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Cuando mamá llevaba trenzas. PROCESO

February 13, 2019

En mi experiencia como ilustradora cada proyecto ha conocido un proceso diferente; sin embargo, a grandes rasgos, en el caso de los libros puede decirse que hasta ahora mis trabajos se han dividido en dos tipos de cocción.  Los de cocción rápida, en general, fueron concebidos en una especie de imagen mental bastante nítida de cómo debían ser -o cómo quería yo que fueran-  y ejecutados en periodos de tiempo en los que contaba precisamente con eso: tiempo de calidad, que en mi caso se suele identificar con las vacaciones de mi profesión: así fue en el caso de Marta está harta o de las ilustraciones para 13326, que bullía en un fuego mientras en otro borboteaba otro proyecto que ahora –más de un año después y gracias al empujón del último verano- está ya casi listo, pero no en su punto aún, a falta de la portada y las guardas.

Otras veces, los trabajos se van dilatando porque tardo en llegar a esa especie de “visión” determinante y definitoria del resto (pasó en Arrecife y la fábrica de melodías) o porque me cuesta rascar tiempo a la vida cotidiana (como en La niña rancia y otro bello texto de José Jag frente al que aún debo sentarme).

En el caso de este Cuando mamá llevaba trenzas, todo, la concepción y la elaboración, han requerido sus tiempos, pero fue sobre todo la fermentación de la masa la que llevó su dedicación.

Primera versión del storyboard

Primera versión del storyboard

El trabajo es el resultado del proyecto al que pude dar forma gracias al curso de álbum ilustrado de Marián Lario, con quien repetía en esta misma modalidad, un poco porque sí, por puro placer, en la edición de 2015. Ya había tomado con ella este mismo curso el año anterior: había aprendido - y sobre todo había disfrutado- con un álbum del que había llegado a dibujar unas seis ilustraciones definitivas, pero para el que me quedaba más del doble. Pensé que podría terminarlo en esta ocasión, pero finalmente emprendí algo nuevo.  [Puedo ahora decir que aquel primer proyecto también verá la luz, aunque habrá que esperar a 2020].

Y la verdad es que fue un cursazo, de los de gozar, donde entablé grandes amistades que luego he tenido ocasión de continuar, virtual o desvirtualizadamente. Es mucho lo que uno pone de sí en estas empresas personales y mucho lo que recibe de los compañeros y, especialmente, de la labor de Marián, siempre implicada en la exhaustividad con que revisa las propuestas y tareas, sincera en sus apreciaciones y amable en su manera de manifestar la crítica, condiciones que permiten el aprendizaje auténtico en un clima cordial, de verdadera relación.

Sobre el tema ya he comentado lo esencial en el post anterior: básicamente, al inicio, yo quería recordar mi infancia. En cuanto al proceso, esta vez siguió el pautado por Marián para el curso. Lo cierto es que siempre me gusta dedicar tiempo a pensar y a la planificación, pero no siempre soy tan metódica trabajando, aunque -imagino que precisamente como hija de mi generación- soy bastante cumplidora si me someto a unas normas, de manera que en este caso el trabajo previo contó con sus etapas y sus estudios previos. 

Bocetos de ambientes y personajes

Bocetos de ambientes y personajes

Lo que tenía más o menos claro, por motivos prácticos, ya que uno de llas causas del parón en el álbum anterior había sido el tamaño de los originales, era que en esta ocasión no quería complicarme demasiado técnicamente. En fin, no sé cómo lo hice, pero al final me lié con el Photoshop en un momento en que no sabía ni qué era la herramienta de transformación libre, así que termine sudando tinta con las primeras ilustraciones. Pero al inicio yo quería algo rapidito, acorde con mi poco tiempo, así que las primeras aproximaciones fueron así: 

Primeros estudios de personaje

Primeros estudios de personaje

Pues bien, de estos bocetos iniciales, poco se salvaría: solo la tinta como material, y esto después de haber probado otras opciones, a la par que iba pensando en cómo hacer un relato de las escenas o impresiones que iba recordando.

Marián me pidió que las pusiera por escrito, con el fin de jerarquizarlas, y aquello fue necesario y al mismo tiempo un peligro, porque la escritura obliga a otro modo de introspección, de secuenciación, y, en mi caso, en lugar de ser un obstáculo para la expresión, suele desencadenar una cascada de ideas que, además, como ahora mismo, corren el riesgo de progresar y bifurcarse indefinidamente.

Con la escritura surgieron más recuerdos y, de los que aquí se ven, algunos desaparecieron (como el tocadiscos o el cine dominical). Otros se incorporaron y permanecieron, y uno que en principio se fundía con los demás –el trenzado del pelo- pasó a ser central en este álbum, al ponerlo en boca de una niña que transmite al lector lo que su madre le ha contado acerca de su infancia.

Esta voz debía, pues, simplificar el discurso y hacerlo complementario de la imagen, pero, sin duda, la posibilidad de crear texto e ilustración simultáneamente es una de las ventajas de abordar la autoría completa de un proyecto.

A propósito de la técnica y el estilo, como ya he dicho, di no muchas, sino muchísimas vueltas.

Por esas fechas estaba empezando con los rotuladores Promarker, combinándolos con tinta en mi primer Inktober, y me encontraba cómoda para mi manera natural de dibujar y dar color, que es bastante suelta y expresiva; de ahí que fuera mi primera opción.

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Sin embargo, probé otros materiales antes de decidir la técnica y la paleta, entre ellos el lápiz y la acuarela, en varios dibujos de ambos personajes principales e incluso para alguna escena.

Mientras tanto, seguía dando vueltas al storyboard y, aunque varias escenas o la propia idea de la cubierta y la contracubierta -presente desde el inicio- se mantuvieron, otras, como he dicho ya, desaparecieron o se modificaron.

Me preocupaba, por otra parte, que al tono nostálgico del contenido se sumaran algunas notas que hicieran desembocar el proyecto en algo excesivamente tierno. Al final, quedó el asunto entre el trazo suelto que me resulta natural –en este caso a tinta y toques de rotulador para la piel- y un empleo del color que fuera capaz de evitar cierta cursilería en la que no quería incurrir con este álbum.

Por eso, tras bastantes pruebas y aunque lo manual me resultaba cómodo, terminé muriendo en el caso del color -ya lo he adelantaba y es obvio en el libro- al palo del “potochof”, que me iba a permitir introducir algunos estampados de aire retro.

[Porque sí, todo esto fue antes del revival ochentero que trajeron Súper 8, Stranger Things o Dark, y yo había estado documentándome -confieso que no he sido seguidora de Cuéntame-: en Pinterest y, sobre todo, en las fotos familiares, desde donde me asaltó el inefable papel pintado de nuestro cuarto de estar.]

En cuanto al storyboard, quedó en esta versión, que apenas ha sufrido un cambio, en la página 21:

Storyboard definitivo

Storyboard definitivo

Aunque en la selección de algunas dobles páginas tuve que decidir asimismo entre varias versiones, como en el caso del trenzado:

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Por lo demás, el resultado está a la vista: fuera de la línea y la piel, los colores son planos, y en el caso de algunas ropas, con o sin texturas -siempre en los casos en que hay textura-, suprimiendo la línea del contorno. En otro orden de cosas, las páginas que representan el presente emplean un fondo mucho más neutro y más esquemático que persigue su diferenciación con respecto a las páginas en que se evocan los recuerdos y en los que la repetición de la frase que da título al álbum busca un efecto rítmico.

Y tenía ya prácticamente terminado este post cuando nos llegó la emocionante noticia de que este álbum había sido premiado por la Fundación Cuatrogatos en su edición de 2019. En la justificación de este galardón, se dice de él lo siguiente:

Con ilustraciones realistas, de gran poder evocador, y un texto sencillo que invita a viajar al pasado, este elegante y nostálgico libro álbum da la posibilidad a los pequeños lectores de conocer –y de contrastar con el suyo– otro tiempo en el que los días duraban más, los juegos eran más sencillos y divertidos, se vivía con poco y “todos los vecinos del pueblo eran como una única gran familia”.

Nunca imaginé, mamá, que tus trenzas nos fueran a llevar tan lejos.



In boceto, proceso de trabajo Tags tinta, ink, digital, álbum ilustrado, picture book
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Crisol de cuerda [tradicional] 2018 ALQUIMIA

February 6, 2018

Cuando David Aznar se puso en contacto conmigo, pensé que Vegetal Jam iba a acercarse a mi ciudad, o que a lo mejor querían emplear en algo un dibujito a tinta que les había hecho hace algún tiempo, así que la propuesta para poner la imagen a la undécima edición de Crisol de Cuerda me pilló del todo desprevenida. Para mi familia, este agosto tendrá lugar la séptima cita con el campamento musical liderado por Alasdair Fraser y Natalie Haas, uno de los varios que componen su programa anual de cursos y talleres. Sí, no hace falta desplazarse a California, Australia o Escocia: basta con acercarse a Arlanzón (Burgos) para disfrutar de una experiencia única de aprendizaje e intercambio vital y musical, o, como en mi caso, de escucha gozosa, con algunos de los mejores del panorama internacional del folk.

El entusiasmo se debía a varias razones: Crisol es un espacio real y afectivo que ha acompañado el crecimiento personal y musical de mi hijo menor y, además, me encanta la música pero también dibujar músicos,  en directo y en diferido ;). Sin embargo, he decir con toda sinceridad que, a pesar de haber abocetado ya en ocasiones también a quienes participan en este encuentro, nunca se me había pasado por la cabeza la posibilidad de plasmar la imagen de una de las ediciones. En fin, que la invitación fue una sorpresa y también, como se verá enseguida, un reto.

El tema de esta edición de 2018 iba a ser “Alquimia” y las indicaciones, aunque muy generales y, por tanto, generosas, me aterrorizaron. Sí, el encargo era un auténtico desafío: primero, porque el listón de los años anteriores estaba muy alto y, segundo, porque mis predecesores se habían ajustado como un guante a esas indicaciones generales: imaginativo, bucólico, fantástico (glups)  y…  ¡con color! (arrrrrggg). El soponcio se entiende porque, vale, alguna vez hago cosillas imaginativas –pero sin pasarme- y a menudo dibujo músicos, pero justamente en este tema me suelo apañar con el blanco y negro; como mucho, alguna nota esporádica de color (ya se ha visto aquí y aquí).

Pero como soy una optimista natural, y una fan absoluta e incondicional de Crisol, tenía que hacerlo.

La cuestión del color era para mí lo más complicado, así que opté por una técnica mixta de dibujo a lápiz y color digital, un procedimiento que me permitiría hacer cambios tanto en la composición como en la paleta general o los detalles, porque me sentía realmente insegura en cuanto a mis posibilidades de ajustarme a las expectativas. [Ay, qué haría yo ahora sin el bendito Photoshop, y eso que lo manejo como una cuasianalfabeta digital; en buena hora me inscribí en el curso de técnica mixta de Natalí Sejuro en la escuela de ilustración de Marián Lario]. 

En primer lugar, planteé un par de bocetos; digamos que uno de "enfoque micro" y otro de "enfoque macro": la alquimia produciéndose dentro de un alambique cristalino o lo mismo pero creándose desde fuera, en una escena en que también participase la naturaleza: en cualquier caso, buscaba reflejar la confluencia de estilos e inspiraciones, la interacción personal y con el entorno para crear o componer algo nuevo.

BOCETOS.jpg

La segunda fue la opción elegida por el equipo, así que a partir del boceto, volví a la documentación: músicos e instrumentos, pipetas, redomas, crisoles y alambiques; y de ahí, a dibujar a lápiz los diferentes elementos por separado. Recorté algunas figuras  para hacer pruebas manuales antes de pasar a la composición digital.

Recortes grande.jpg

Y llegaba el temido momento del color, porque yo soy fundamentalmente de blanco y negro, como mucho de neutros,  y Crisol en agosto es LUZ. Confieso que comencé con tonos más vivos y saturados en los protagonistas, pero iba apagándolos en versiones sucesivas, y hasta probé a convertir la escena en nocturna, de manera que destacara más la melodía que destilan los árboles e instrumentos (me encantan estos poderes demiúrgicos que confiere el Potochof), pero, finalmente, tras varias pruebas de fondos en distintos tonos –que llevaron a algunos otros cambios-, acordamos irnos a este, sobre el que ya hice los últimos ajustes.

En el pintado digital suelo emplear pinceles propios, con los que me siento más cómoda que con los que el programa trae por defecto.

Crisol 2018 RGB web.jpg

Y un inciso importante: por si lo del color no fuera suficiente zozobra, me tocó convivir en esta fase de trabajo digital -eran vacaciones- con el lijador del suelo del salón, cuya máquina tenía un cable estropeado y si los plomos no saltaron cincuenta veces no saltaron ninguna. Qué fue aquello… NUNCA MÁAAAASSSS.

En fin; se fue finalmente el señor lijador –qué bonito suelo, eso sí-  y yo, siguiendo mis tendencias mortecinas, aún iba oscureciendo el asunto, probando con algo de atmósfera que hiciera destacar la luz que emergía del caldero y las redomas, pero Andrés Ferrando, que se encargaba del resto del diseño, lo veía demasiado oscuro, y... tenía razón, así que ganó la versión más luminosa. Él se ocupó, además, de la composición del texto y el conjunto quedó así en el roll up del stand de Crisol en el Barcelona Fiddle Congress, que coincidió con el inicio de las inscripciones en esta aldea musical.

roll up 1.jpg

Confío en que el resultado pueda dar cuenta, siquiera aproximadamente, de algunos de los filtros que se cuecen en Crisol de cuerda: una experiencia intercultural e intergeneracional, donde se hace patente la riqueza de la diversidad en edades, estilos, trayectos vitales, lenguas y pareceres que, como en un crisol, se funden en una melodía que, siendo tradicional, no deja de ser creación innovadora; siendo colectiva y unitaria, no solo mantiene vivos sino que potencia los tintes personales.

Y sí, entiendo la curiosidad, así que no terminemos sin una mirada a un poco de lo que fue la edición del décimo aniversario, "Raíces", aquí. 

In digital, music, música, proceso de trabajo, work process, cartel Tags lápiz, pencil, técnica mixta
cubierta13326OK.jpg

13326 (bookolia, 2017)

January 17, 2018

 La propuesta para ilustrar 13326 –que aunque suene a título de distopía no es otra cosa sino el código postal de Montiel-  llegó a finales del curso pasado -por cursos sigo concibiendo yo el transcurrir del tiempo-, acompañada de dos de los relatos de Luis Fernando Redondo que componen este libro y de la indicación de que no habría color. La lectura de “La soga” me llevó de inmediato a ese país rural que muchos de nosotros guardamos en la memoria asociado a la infancia en blanco y negro, y que aún a veces creemos reconocer cuando un aroma -de los campos cosechados, de un guiso, del jabón de pieza- nos transporta desde el pueblo actual, inevitablemente transformado -calles asfaltadas, puertas cerradas, antenas parabólicas-, al pueblo de nuestra infancia, inevitablemente idealizado.

Sí, “la soga” abrió las puertas a la nostalgia. Su bella prosa, además, incluía algunos toques de ironía que me cautivaron, y el conjunto de estos factores me llevó a aceptar este encargo que Luis Larraza, de bookolia, sugirió que realizara en tinta.

Pero se dio la circunstancia de que justamente aquella semana se me había ocurrido recuperar, por aquello de aligerar el estrés de mayo y junio, la antigua costumbre de dibujar con bolígrafo, y había comprado un bic negro de los de toda la vida, como el que solía emplear en los dibujos que hacía en clase en los tiempos remotos en que fui exclusivamente estudiante (nunca he dejado de serlo, me temo). Por el mero placer de dibujar había trasladado una fotografía de Juan Rulfo, combinando el bolígrafo con la tinta, y me había sentido a gusto. A veces me sucede que son los materiales o los motivos los que se me imponen; en este caso, me apeteció seguir con esta técnica mixta de tintas y, en pleno final de curso, hice caso a esa apetencia.

Llegaron los demás relatos, salpicados de localismos, y esto entroncaba, además, con mi trabajo filológico -a Montiel le corresponde otra cifra: es el punto de encuesta 608 del ALECMAN ;)- y la evocación también en el discurso de los personajes no hacía sino enraizarlos con mayor autenticidad en su geografía y en su condición. Con los relatos llegó también el contacto con el autor, que me insistió desde el inicio en la libertad que me concedía para ilustrar sus textos. Sin embargo, la ubicación en la localidad era clara, y varias las referencias a lugares concretos de los que carecía de experiencia vital, por lo que me apresuré a echar un primer vistazo a lo que Google pudiera ofrecerme sobre el lugar, pero también sobre la España rural de la posguerra a los setenta, mientras ojeaba libros de fotografía en blanco y negro y esperaba algún material personal del escritor.

Y así, con estos y otros recursos (fotografías que yo misma he realizado a mis pacientes modelos habituales, algunas que he tomado prestadas a amigos…), además de con tinta –de bolígrafo, china, de rotulador acuarelable o lo que surgiera-, se han ido construyendo las diez ilustraciones para 13326.

ilusrtaciones montiel.jpg

En general, sobre los fondos tomados de fotografías del Montiel real de ahora o de antaño he situado los diferentes personajes. Casi siempre he abordado directamente a tinta el trabajo, aunque en algún caso el dibujo se planteó de modo ligero a lápiz; en cualquier caso, he intentado mantener la soltura de la que disfruto especialmente con la tinta.

Proceso para "Charolín y Mediasuela".

Proceso para "Charolín y Mediasuela".

He de decir también que, en un guiño al país en que Luis Fernando Redondo reside y al origen de esta serie, que explicaba más arriba, el edificio abandonado de “El latido” se basa en uno captado en México por la cámara de Juan Rulfo, de quien confieso haber conocido esta faceta no hace tanto.

Despoblado UPB.jpg

Por su parte, el interior reflejado en “La costumbre” es homenaje directo al del  Desnudo provenzal , de Willy Ronis, cuya luz recoge magistralmente la que yo recuerdo en aquella casa nuestra del pueblo, entrando a raudales para romper la oscuridad de los postigos y revivir el brillo y la vida de los objetos de siempre, que han pasado a ser ya los del pasado.

Ilustración para "La costumbre", basada en el "Nu provençal" de Willy Ronis (1936).

Ilustración para "La costumbre", basada en el "Nu provençal" de Willy Ronis (1936).

Sin embargo, como ya señalaba; la concreción de los personajes que aparecen en el libro, procede de mi entorno próximo, al que debo agradecer bien la provisión de imágenes personales (gracias, Ana Rodríguez-Haikuzero, por la de "Charolín y Mediasuela"), bien la paciencia con que acepta posar según mis indicaciones; sin ir más lejos, este brazo que a menudo mueve el arco del violín empuña aquí una navaja en la noche montieleña (en realidad, un cuchillo en mi cocina pamplonesa ;) ).

Zapatos domingos grises UPB.jpg

A la diversidad de temas, situaciones y tonos de los textos, he intentado responder del mismo modo en este otro lenguaje, y siempre, desde una distancia de miles de kilómetros o de unos cientos, he recibido la respuesta entusiasta del autor; también la respuesta sincera del editor cuando lo que he planteado han sido dudas sobre mi trabajo. Ambas agradezco de corazón.

Confío en que quienes lo hayan conocido, reconozcan en este libro –también en la parte que me corresponde- algo de ese tiempo de tapetes de ganchillo y sábanas recias de algodón, de colchones de lana, tardes a la fresca y cascos de mula resonando en la calle. Conocerán o reconocerán también el campo actual, la sensación de regreso y de reencuentro, la nostalgia de quien, desde la distancia del tiempo o del espacio, por virtud de ese lazo inquebrantable que se trenza en la infancia, nunca olvida las calles que fueron testigos de nuestros primeros juegos.

 

 

NOTA: Un periodista en el bolsillo se hizo eco de la publicación de 13326 a través de una entrevista que puede leerse aquí; vaya aquí también mi agradecimiento a José Antonio Barrionuevo por su difusión constante de todo lo relacionado con la ilustración. 

In books, proceso de trabajo, work process, libro Tags ink, tinta, narrativa
Detalle de la primera ilustración -en el proceso- , que definió al personaje.

Detalle de la primera ilustración -en el proceso- , que definió al personaje.

MARTA ESTÁ HARTA. PROCESO

April 21, 2017

Ya señalaba en la entrada anterior que uno de los temas que trata este precioso cuento rimado de Rebecca Gil es la necesidad de aceptación -la necesidad de amor, en definitiva- y lo que las personas hacemos para conseguirlos, algunas veces empleando ciertas máscaras, las que pensamos que agradarán a aquellos de quienes esperamos atención y afecto. 

El texto es de una hermosa sencillez aparente, porque ese es precisamente el mérito de los cuentos de Meraki Tanttak: que logran expresar en un lenguaje universal emociones complejas en una estructura narrativa. Sí, esas cosas que hace el lenguaje poético, pero en el relato: una de las formas más universales que el ser humano ha tenido desde tiempos ancestrales para expresar la complejidad de lo que siente y le rodea.

No, no quiero irme por otros derroteros, pero si ilustrar un texto es expresar y complementar gráficamente lo que las palabras dicen, importaba aquí, efectivamente, narrar lo que acontece a los personajes, pero también trasladar un poquito del lenguaje simbólico y poético de aquellas y, si fuera posible, contribuir con la imagen a esa poesía. 

Solo diré que en Marta hay metáforas textuales que se traducen en la imagen literalmente, y nuevas metáforas visuales que son una prolongación de las anteriores y a las que el receptor hallará sentido gracias al texto. 

Por eso también la simplificación de los fondos: se trata de centrar la atención en lo que sucede y en los mensajes que transmiten los personajes y elementos representados. 

Marta surgió enseguida del papel, alguien sencillo y normal, que no tiene otro motivo para ocultarse tras una careta que el deseo de formar parte de un grupo,  y que, como cualquiera de nosotros, puede usar máscaras diferentes en función de las distintas ocasiones y personas con quienes deseamos encajar.

Sí, sí: ya llegamos al proceso, pero es que antes del proceso está la idea ;) 

Lo esencial del storyboard definitivo se fijó pronto, aunque es cierto que replanteé alguna de las composiciones: unas veces pronto, y otras sobre la marcha. En cualquier caso, se trataba de variar  estableciendo cierta alternancia de planos.

En la parte de documentación, además de las poses de las figuras, me correspondió buscar algún elemento, como el teatrillo móvil, la pieza de control de un títere, o las "flores extrañas" de una de las ilustraciones, pero la mayor parte de las máscaras es pura invención.

Ya he dicho -y quien me conozca un poquito lo sabe- que disfruto con el lápiz, y es así como he trabajado en este caso el dibujo. Siempre parcialmente, porque el cuaderno de esbozo A4 que he empleado resulta insuficiente para todo el ancho de la doble ilustración. Y ¿por qué así? Sencillamente porque ahí empecé a ver qué salía, y salió la primera, así que, por mantener la unidad, en el cuaderno de esbozo seguí. Las figuras o grupos de figuras de una misma escena se dispersan, pues, a veces a lo largo de varias páginas que, escaneadas, me han permitido jugar con su ubicación y proporciones, aunque la composición general había quedado bastante fijada desde el inicio.

Las tres piezas de esta ilustración, que me apeteció colorear, recortar y montar manualmente a posteriori. 

Las tres piezas de esta ilustración, que me apeteció colorear, recortar y montar manualmente a posteriori. 

Algunas -pocas- veces el encaje ha sido completamente manual, y no muy sofisticado: 

Uno de los originales (dos en realidad), acoplado con cinta adhesiva antes de escanear.

Uno de los originales (dos en realidad), acoplado con cinta adhesiva antes de escanear.

Las vacaciones de Navidad me brindaron una continuidad de la que raramente dispongo, y la aproveché para dibujar todo el cuento y evitar el riesgo de que espaciar esta fase restara unidad al trabajo -el tiempo acarrea cambios, y puede suceder que en el camino entre la primera y la última ilustración del trabajo el trazo o el estilo se alteren en función de muchos factores-.

Y fInalmente, tras dibujar las nueve dobles ilustraciones de este texto, pasé al color, que es digital, aplicado con pinceles propios, y que tiene también su función. Pero esta se desvela a medida que la historia progresa, así que habrá que descubrirlo sobre el papel. Y eso está en las manos de los futuros lectores, que pueden dar vida a Marta y a los personajes que la acompañan en Meraki Tanttak pinchando AQUÍ. 

Todos ellos quieren favorecer la comprensión de uno mismo y de quienes nos rodean, crear empatía, mover las emociones y los sentimientos desde distintas vertientes de creación artística. 

 

 

In boceto, books, collage, digital, proceso de trabajo, work process Tags pencil, lápiz, mixed media, técnica mixta

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